Conociendo a Dios por la ciencia. El corazón humano otra de las maravillas del creador

Por Dr. Eliscer Guzmán
New York- El corazón es un órgano muscular, del tamaño de un puño, dividido en cuatro cavidades, dos aurículas en la parte superior y dos ventrículos en la parte inferior que son conectados por cuatro válvulas que funcionan de una manera simétricamente perfecta para llevarnos sangre oxigenada y nutrientes a todos los tejidos de nuestro cuerpo.
El corazón bombea la sangre en un circuito cerrado, en una sola dirección, donde ni una gota de sangre se pierda o malgasta donde las aurículas reciben la sangre y los ventrículos, específicamente el izquierdo la bombea.
El corazón trabaja continua e incesantemente aun mientras dormimos. Late aproximadamente 115,000 veces por día, a 75-80 veces por minuto y si vivimos hasta los 75 años de edad latirá más de 3.000 millones de veces a lo largo de nuestra vida y bombeando más de un millón de barriles de sangre.
El corazón tiene su sistema de conducción o eléctrico propio. El corazón tiene células especializadas que le permiten determinar el ritmo y frecuencia cardiaca ideal. El pulso disminuye cuando dormimos y la necesidad de sangre oxigenada es menor y aumenta hasta 150 veces por minutos cuando esta necesidad aumenta como con el ejercicio y el embarazo cuando en vez de 5 litros por minutos puede bombear hasta 15 litros.
Como todo músculo el corazón necesita sangre oxigenada para vivir. Esta sangre es suplida por su propio sistema circulatorio constituido por las arterias coronarias que recorren toda la superficie del corazón en forma de corona de ahí su nombre " Coronarias".
El corazón con sus receptores nerviosos ultra sensitivos determina cuando dilatar estas arterias en caso de necesidad, cuando contraerlas e inclusive mentarla en un estado de somnolencia o hibernación por meses o años en caso de peligro que amenacen su sobrevivencia.
El corazón, órgano maravilloso, incansable y proveedor de vida con cada latido es lesionado a menudo por todos nosotros con la fuma, la obesidad, las dietas indebidas y hasta con el uso de drogas que destruyen al más noble de nuestros órganos.
Con su muerte también fallecemos. Cuidándolo agradecemos al creador por un regalo insustituible y que con cada uno de los 3 mil millones de latidos a lo largo de nuestra vida nos recuerda que existe un Dios sabio y misericordioso: cuidémoslo.
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